En la intimidad de la cama, cuando los deseos se han gastado y en la confianza de quien se sabe amante y amado, te pregunto...
- en la próxima vida, ¿nos encontraremos?
- no... (me dices tú). Yo ya he vivido muchas vidas y tengo el alma vieja. Mira mi mano...
La mano está ajada y las líneas la atraviesan testigas de las cosas que has vivido.
- Bien pensado (me dices) si vuelvo, que sea para volver a amarte...
El mejor piropo que me pudieras echar.
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